Tras producirse los primeros casos de efectos adversos provocados por la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH) han vuelto a levantarse voces de profesionales de la salud que exigen su no aplicación o al menos una moratoria hasta que se demuestre la eficacia y seguridad de la misma.
Para empezar, insisto en que se debería pedir ‘consentimiento informado’ a pre-adolescentes y/o padres. Sabemos de efectos adversos graves (‘casualidades’ que dicen), incluso muerte, documentadas desde el año 2007. Lo mínimo es vender la vacuna con sus ‘ventajas’ y sus efectos adversos, por más dudosos que sean (no más dudosos los efectos adversos que las ventajas, y aquellos son más precoces). Es indigno, y de un paternalismo absurdo, vender la vacuna solo con ventajas. Lo mínimo es la honradez en la venta del producto. Se podría reclamar [judicialmente] por ese vender los beneficios sin anunciar posibles perjuicios».
Quien así se expresa es Juan Gérvas, médico de Canencia de la Sierra, Garganta de los Montes y El Cuadrón (Madrid); profesor (Salud Internacional) en la Escuela Nacional de Sanidad; y profesor (Salud Pública) en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid. Una persona muy respetada en los círculos sanitarios por su inquebrantable compromiso con la salud de las personas y su independencia.
Lo que sigue a continuación es un artículo que me envía Gérvas y que reproduzco con su permiso en el que ofrece numerosas razones para un «no» a la vacuna. Recordarles que sigue abierta la recogida de firmas de la campaña promoratoria de la VPH:
Insisto en distinguir entre efectos adversos a corto plazo (muerte, convulsiones, síncope, desvanecimiento, convulsiones, dolor intenso, artralgias y demás) y efectos adversos a largo plazo. Aumentan las anomalías congénitas en las mujeres embarazadas que se vacunan. Ya he señalado el aumento de abortos en las mujeres vacunadas (no abortos en las que se vacunan estando embarazadas sino en las vacunadas que luego se quedan embarazadas). De eso no se dice nada, pero la EMEA [Agencia Europea del Medicamento] tiene un grupo de vacunadas noruegas en seguimiento por la preocupación al respecto. Por otra parte, a largo plazo, cabe esperar un cambio de la ‘ecología’ de la vagina y del cuello de utero, por el efecto del ‘nicho vacío’ (la desaparición de los dos virus oncogénicos contra los que se vacuna); hay datos que sugieren el desarrollo de canceres de cuello de utero más agresivos en las vacunadas. También a largo plazo cabe esperar cambios en la conducta sexual de las niñas vacunadas, quizá en forma de aceptar más riesgos al sentirse inmunes frente a la enfermedad sexual más frecuente (y al ignorar que sólo se defienden de dos virus de los quince oncogénicos conocidos) lo que conllevará la aparición de más casos de sífilis, gonococia y clamidias, y más embarazos no deseados (y abortos voluntarios) y esterilidad.
De los datos estadounidense de VAERS [Sistema para Reportar Reacciones Adversas a las Vacunas de Estados Unidos] se puede deducir una frecuencia de 625 efectos adversos declarados por cada millón de dosis puestas de la vacuna contra el VPH (incluye 1,8 muertes asociadas por millón de dosis). Con la vacuna contra la meningitis, podemos estimar una frecuencia de 424 efectos adversos declarados por cada millón de dosis puestas (incluye 0,6 muertes asociadas por millón de dosis). Es decir, la primera vacuna se asocia a más declaraciones de efectos adversos, y más graves (el triple, respecto a muertes). En España se han puesto ya 1.200.000 dosis de la vacuna contra el VPH, luego tendríamos que esperar 750 declaraciones de efectos adversos, de ellos el 6% graves (es decir, 45, que probablemente incluya alguna muerte).
Es llamativo que la vacuna contra el VPH se esté poniendo en España y en el mundo mayoritariamente a mujeres no cubiertas por el programa vacunal (éste, de niñas y pre-adolescentes, sólo representa el 25% del negocio en España). Conforme aumenta la edad disminuye la eficacia. En las mujeres no vírgenes es de apenas el 17%, hasta los 28 años; después llega a caer a 0%.
Es grave que la vacuna se haya ensayado en apenas 1.500 menores de 16 años (¡para aplicarlo luego a millones en el mundo entero!), pero además en estas 1.500 sólo se ha estudiado la inmunidad humoral (en la sangre) cuando la inmunidad natural es en las células del cuello de útero. Es una extrapolación sin fundamento científico pasar de inmunidad humoral a celular y suponer efectos beneficiosos por el cambio en los anticuerpos en la sangre.
Es urgente que se obligue a las compañías farmacéuticas a hacerse cargo de los gastos de los efectos adversos, de los daños que provoque la vacuna, y en su caso de los gastos que conlleve la revacunación masiva a largo plazo (si la duración de la inmunidad es de menos de 30 años). Es ridículo exigir ‘causalidad’ probada para la asociación con efectos adversos, pues la propia vacuna no tiene ‘causalidad’ probada de eficacia, sino simple asociación con menos lesiones producidas por los virus contra los que se vacuna (eficacia del 17 % si sólo se considera este efecto referido a las lesiones asociadas a los virus contra los que se vacuna, y si se hace el análisis de los ensayos clínicos como hay que hacerlo, ‘por intencion de tratar’).
La infección por VPH es frecuentísima, casi en el 90% de las mujeres, pero la muerte por cáncer de cuello de útero es muy muy infrecuente (por ejemplo, del 0,3% en España). Es decir, las mujeres tienen un potentísimo mecanismo defensor inmunogénico frente al VPH oncogénico. ¿Vamos a modificarlo y a jugar a aprendices de brujo?
Buitrago del Lozoya (Madrid, España), miércoles 18 de febrero de 2009.
Sobre el fabricante de la VPH Gardasil, Merck, y los antecedentes mortales de su fármaco Vioxx: Traficantes de salud.
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