Los atentados del 11-S y el marketing del miedo para vender fármacos

Durante los últimos lustros se ha expandido por el globo terráqueo el miedo a diferentes epidemias o pandemias que amenazaban la salud de la ciudadanía. Pero en la mayor parte de los casos todo quedó en prácticamente un susto. ¿Qué ocurrió con el denominado mal de la vacas locas? ¿Cuántas personas fallecieron realmente por la gripe aviar cuando la Organización Mundial de la Salud especulaba con 150.000.000 de personas muertas? ¿Qué sucederá en los próximos meses con la gripe A? Dentro de algunos años volveremos la vista atrás con nuestra particular máquina del tiempo, el cerebro, y podremos evaluarlo. ¿Se acuerdan del pánico global desatado tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos ante la posibilidad de «ataques terroristas» con ántrax?

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El 11 de septiembre de 2001 Estados Unidos sufrió varios atentados cuyos objetivos más sobresalientes fueron las Torres Gemelas de Nueva York y el edificio del Pentágono. Durante las semanas posteriores, por todo el mundo se extendió el temor ante la posibilidad de nuevas agresiones que esta vez tendrían como protagonista a la bacteria del ántrax, conocida arma biológica. La muerte de tres personas durante el mes de octubre ayudó a alimentar el terror global. En un momento crítico para la humanidad, los ejecutivos de Bayer volvieron a frotarse las manos. La multinacional germana poseía en esos días la patente del antibiótico Ciprobay, el más efectivo contra el ántrax. El Gobierno de EE.UU. necesitaba 1.200 millones de pastillas pero Bayer sólo podía fabricar 60 millones cada mes. Ante las prisas de las distintas administraciones, el Gobierno de Canadá y el Partido Demócrata estadounidense propusieron obviar la patente de Bayer y encargar a otros laboratorios que produjeran un genérico de Ciprobay. Bayer amenazó con demandar al Ejecutivo canadiense y en este particular tira y afloja tuvo que rebajar el precio de la caja de Ciprobay de 330 € las 60 dosis a 90 €.

La conclusión, en 2003, de la patente de Ciprobay mantenía en alerta a varias compañías farmacéuticas deseosas de colocar en el mercado un producto similar. Bayer también estaba en guardia. Según Marta Durán, Boris Kanzleiter y Leonarda Reyes, en su trabajo “Bayer: el negocio del miedo”:

En 1997 la empresa Barr Laboratories, una de las fabricantes de genéricos más importantes en EE.UU., estaba lista para sacar al mercado su versión de Ciprobay. Cuando Bayer conoció las intenciones de Barr, inició un juicio para impedir el permiso del genérico. Entre trámites y el proceso legal iban a transcurrir 30 meses antes de que el genérico estuviera en las farmacias… y 30 meses significaban mucho dinero. Así que, en lugar de permitir que otra empresa fabricara el medicamento, Bayer llegó a un acuerdo con Barr: pagarle 30 millones de dólares cada año, desde 1997 hasta 2003, cuando expira la patente de Ciprobay o antes si un juez resolvía la controversia”.

En aquellas mismas fechas la OMS señaló que 17.000.000 de personas mueren al año por no poder pagar fármacos fundamentales que son corrientes en los países ricos. En plena resaca del 11-S, en EE.UU. y Canadá se planteó la posibilidad de obviar la patente de Ciprobay para poder acceder rápido a las dosis necesarias.

Paradójicamente, los países industrializados presionan a través de la Organización Mundial de Comercio (OMC) para perpetuar las patentes de preparados esenciales en los pueblos pobres. Hoy ocurre algo similar con los antivirales utilizados para la gripe A, Algunos gobiernos están diciendo que si son verdaderamente útiles para esta patología sus patentes deberían ser interrumpidas en beneficio de la humanidad. Otras fuentes como Médicos sin fronteras alegan no sin razón que al incentivar la idea de pandemia se está obligando moralmente a muchos países a comprar antivirales que los endeudarán cuando en realidad son naciones cuyo presupuesto apenas da para algunos fármacos esenciales para sus poblaciones.

Más info: Traficantes de salud: Cómo nos venden medicamentos peligrosos y juegan con la enfermedad

6 respuestas

  1. […] Ver en migueljara.wordpress […]

  2. Completamente de acuerdo, excepto en el caso de las vacas locas, que es el contrario. Ese síndrome destapó un escándalo alimentario y los ganaderos y demás agentes mercantiles siguen presionando para que se minimicen u oculten los casos. El hecho de que se alimente al ganado con esos piensos industriales de harina de pescado etc. tiene que ver con un negocio sin escrúpulos y los efectos de la enfermedad siguen ahí. Sigue habiendo muertos. No es ninguna pandemia, es un escándalo industrial y no lleva a vender fármacos.
    En cambio, las distintas gripes sí que sirven para vender tamiflús y mantener a la población aislada y paranoica.

  3. Una vez más, de acuerdo totalmente con Miguel. Creo que la industria, aunque no ha agotado todavia su capacidad imaginativa en la línea de la «prevención» en cuyo nombre han hecho mucho dinero y en la línea de las enfernedades inventadas, que también ha dado y está dando lo suyo; se ha ido haciendo consciente en los últimos años de las infinitas posibilidades que ofrece para sus intereses el generar miedo en la población. Tus ejemplos son paradigmáticos, pero no perdamos de vista una circunstancia: para lograr su propósito necesitan de forma imprescindible a la prensa y demás medios de comunicación, y también en este caso a sus líderes de opinión, de edición, de información, a los cuales me consta están «incentivando» dese hace tiempo. De acuerdo también con Velnu en que le tema de las vacas locas fue diferente. Pero aunque no se intentaba colocar un fármaco, coincidia con el resto de estrategias de la industria en la codicia como motor de sus acciones. Un abrazo.

  4. Muchas gracias Miguel Jara por educarnos en asuntos de salud. Acá en Puerto Rico necesitamos orientación constante, pues tenemos un gobierno irresponsable y complice de las farmacéuticas. Adelante. queda, Wilson.

  5. Gostei muito do seu artigo.

  6. Muy bueno el video me sirvio mucho para la tarea del colegio saludos

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