Gripe porcina: Pandemia de descrédito para la industria farmacéutica

La gripe porcina está dejando entrever los muchos intereses que se desatan en una crisis de este tipo. Quizá lo que más me llama la atención, porque no lo había notado con tanta fuerza hasta la fecha (aunque quizá sea porque ahora trabajo a fondo estos temas, deformación profesional manda) es el aumento de la mala imagen de la industria farmacéutica. Conste que no me alegro -respeto a los muchos trabajadores honrados que hay en la misma-, en todo caso me da pena. Las conversaciones en la calle, los correos e informaciones que con endiablada velocidad navegan en las procelosas aguas de internet, las llamadas que uno recibe de periodistas para hablar del tema, etc. Pienso que cuando eso que llaman la opinión pública o al menos buena parte de ella suena es que agua lleva. Está claro que alguien no está haciendo los deberes. Es cierto, que es el sector que obtendrá mayor beneficio económico de esta crisis sanitaria global. Pero durante los últimos lustros se han acumulado, en parte de manera inducida y en parte por la coyuntura de este tipo de sucesos, varias enormes crisis que a la par que endiosaban a las farmacétuicas en el olimpo económico del capitalismo global las hundían en el listado de percepción pública. La ciudadanía ha visto muchas cosas sucias y no está por la labor de creerse todo lo que le cuentan a pié juntillas.

El mencionado es uno de los sectores peor valorados por la sociedad -sus responsables lo reconocen abiertamente- que se mantiene entre los que mayores beneficios económicos  obtienen porque cuando uno enferma se agarra a lo que tiene más cerca -en ocasiones aunque no funcione, y no digo que este sea el caso, ni mucho menos- y en estar siempre atentos a que sus fármacos sean los primeros en ofrecerse son especialistas.

Los antecedentes de campañas de marketing del miedo, como esta de la gripe porcina, no engañan. Durante las semanas posteriores a los atentados del 11-S de 2001, por todo el mundo se extendió el temor ante la posibilidad de nuevas agresiones que esta vez tendrían como protagonista a la bacteria del ántrax, conocida arma biológica, por cierto. La muerte de tres personas durante el mes de octubre ayudó a alimentar el terror global. En un momento crítico para la humanidad, los ejecutivos del laboratorio Bayer volvieron a frotarse las manos. La multinacional germana poseía en esos días la patente del antibiótico Ciprobay, el más efectivo contra el ántrax. El Gobierno de EE UU necesitaba 1.200 millones de pastillas pero Bayer sólo podía fabricar 60 millones cada mes. Ante las prisas de las distintas administraciones, el Gobierno de Canadá y el Partido Demócrata estadounidense propusieron obviar la patente de Bayer y encargar a otros laboratorios que produjeran un genérico de Ciprobay. Bayer amenazó con demandar al Ejecutivo canadiense y en este particular tira y afloja tuvo que rebajar el precio de la caja de Ciprobay de 330 euros las 60 dosis a 90 euros.

La conclusión, en 2003, de la patente de Ciprobay mantenía alerta a varias compañías farmacéuticas deseosas de colocar en el mercado un producto similar. Bayer también estaba en guardia. En 1997 la empresa Barr Laboratories, una de las fabricantes de genéricos más importantes en EE UU, estaba lista para sacar al mercado su versión de Ciprobay. Cuando Bayer conoció las intenciones de Barr, inició un juicio para impedir el permiso del genérico. Entre trámites y el proceso legal iban a transcurrir 30 meses antes de que el genérico estuviera en las farmacias… y 30 meses significaban mucho dinero. Así que, en lugar de permitir que otra empresa fabricara el medicamento, Bayer llegó a un acuerdo con Barr: pagarle 30 millones de dólares cada año, desde 1997 hasta 2003, cuando expira la patente de Ciprobay, o antes si un juez resolvía la controversia.

En este asunto observamos el doble rasero con que se trata a los ciudadanos, dependiendo del suelo que pisen. En esas mismas fechas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) señaló que 17.000.000 de personas mueren al año por no poder pagar fármacos fundamentales que son corrientes en los países ricos. En plena resaca del 11-S, en EE UU y Canadá se planteó la posibilidad de obviar la patente de Ciprobay para poder acceder rápido a las dosis necesarias. Paradójicamente, los países industrializados presionan a través de la Organización Mundial de Comercio (OMC) para perpetuar las patentes de preparados esenciales en los pueblos pobres.

Todo este negocio del miedo tiene mucho que ver con los intereses de los fabricantes de fármacos (con la industrialización de la producción alimentaria también, claro). No se producen remedios para enfermedades perfectamente conocidas que matan a miles de personas en los países pobres pero, sin embargo, dos años después del Caso Ántrax se extendió por todo el globo terráqueo el peligro de pandemia global de gripe aviar para vender remedios ad hoc. Al virus de dicha gripe se le achaca la muerte de alrededor de 100 personas en todo el mundo. Todos conocemos el despliegue de medios y la publicidad que se le ha dado en la prensa a dicha dolencia y, en concreto, a Tamiflu, el fármaco de Roche que se supone que puede aliviar sus consecuencias. En un extenso reportaje, el periodista de Discovery DSalud, Antonio Muro, explicaba quiénes se encontraban detrás de la interesada promoción de dicho preparado: el Gobierno de EE UU, y sus principales valedores, Donald Rumsfeld, Dick Cheney y otros altos cargos de diferentes gabinetes presidenciales. Según Muro, Bush se había encargado de expandir el miedo acompañado de su secretaria de Estado, Condolezza Rice, e incluso del director general de la OMS; Rumsfeld fue el máximo responsable de Gilead Sciencies —la original propietaria de Tamiflu— hasta ser nombrado por Bush secretario de Defensa, y es uno de los máximos accionistas de la compañía, al tiempo que las acciones de Gilead pasaron de valer siete dólares a 60. En el mismo gabinete estaba Cheney, que en tiempos fue subordinado de Rumsfeld.

Tamiflu es uno de los dos medicamentos que está promocionando la OMS para la actual gripe porcina o influenza (el otro es Relenza, del laboratorio GlaxoSmithKline). De aquellos polvos estos lodos. El nuevo virus detectado está haciendo mucho daño sobre todo en un país como México, donde hay numerosas personas fallecidas. No deja de ser triste que los comentarios mayoritarios giren no entorno al drama de las familias de estas personas sino a cuestiones de índole económico. Quizá sea porque nos estamos acostumbrando a la muerte o quizá porque no nos acostumbramos a que lo económico sea el centro de la sociedad. Esperemos que triunfe lo segundo.

Más info: Traficantes de salud: Cómo nos venden medicamentos peligrosos y juegan con la enfermedad.

La era del éxito del control social

Esta es la novena entrega de la colección de artículos que el profesor Máximo Sandín ha titulado Darwin, las ideas dominantes y los que dominan.

Como saben, este año se conmemora el segundo centenario del nacimiento de Charles Darwin, autor de la polémica teoría de la evolución. Por ello estoy publicando unos artículos que Sandín, profesor de Antropología Biológica en el Departamento de Biología de la Universidad Autónoma de Madrid, me ha enviado. Espero que les gusten y que contribuyan la debate.

-Cuando yo uso una palabra -insistió Humpty Dumpty con un tono de voz más bien desdeñoso- quiere decir lo que yo quiero que diga…, ni más ni menos.

-La cuestión -insistió Alicia- es si se puede hacer que las palabras signifiquen tantas cosas diferentes.

-La cuestión -zanjó Humpty Dumpty- es saber quién es el que manda…, eso es todo.

Lewis Carroll, Alicia en el país de las maravillas.


Las cifras son astronómicas. El dinero requisado a los ciudadanos que se está empleando para “salvar a la banca” y “sanear empresas” podría haber acabado con el hambre en el Mundo no se sabe cuantas veces. Pero es la lógica “del mercado”. Si semejante latrocinio no ha provocado una rebelión popular en los llamados “países civilizados”, se podría decir, sin ánimo de dramatizar, que lo han conseguido. Han conseguido domesticar, controlar nuestras mentes. Y con sólo unas pocas frases hipnopédicas:

Siempre ha habido mercados… La libertad de mercado es el instrumento que mejor colabora a la libertad personal… Es la libertad de elegir mercancías de modo que las transacciones sean moralmente voluntarias y también que exista información perfecta y otras condiciones que garanticen la competencia perfecta

El precio de los bienes o servicios es acordado por el consentimiento mutuo de los vendedores y de los compradores mediante las leyes de la oferta y la demanda

Sólo hay un pequeño problema que enturbia la perfección del funcionamiento de esta “leyes”. Que no hay para todos:

El hombre, si no puede lograr que los padres o parientes a quienes corresponde lo mantengan, y si la sociedad no quiere su trabajo, no tiene derecho alguno ni a la menor ración de alimentos, no tiene por qué estar donde está, en ese espléndido banquete no le han puesto cubierto. La naturaleza le ordena que se vaya y no tardará en ejecutar su propia orden, si ese hombre no logra compasión de alguno de los invitados. Si estos se levantan y le dejan sitio, acudirán enseguida otros intrusos pidiendo el mismo favor y se perturbará así el orden, la armonía de la fiesta y la abundancia que antes reinaba, se convertirá en escasez”. (Tomas Malthus “Ensayo sobre el principio de población”, 1789).


Porque en “el espléndido banquete” sólo hay sitio para los que lo organizan. Quedan, como mucho, los restos para sus lacayos. Pero no existe la menor posibilidad de pensar en una alternativa algo más generosa, capaz de transformar el espléndido banquete para unos pocos en comida suficiente para todos. Se trata de una ley de la Naturaleza. Más aún, como dijo John Rockefeller  “la supervivencia del más apto /…/ es simplemente la combinación de una ley de la Naturaleza con una ley de Dios”.

Cuando el imperio económico llega a tal magnitud  y, además, se está convencido de tener de su lado semejantes poderes, resulta inquietante imaginar hasta donde se puede pretender  llegar. Por eso, resulta tan alarmante que los mismos que financian a las empresas implicadas en la supuesta “ingeniería genética”, los que financiaron e impulsaron la ambientalmente y socialmente tan catastrófica y económicamente tan rentable “revolución verde” y ahora las poderosas y tóxicas empresas de alimentos transgénicos, sean los que están creando el banco de semillas de Svalbard.La cámara del día del juicio final”.

Valid for the whole of Svalbard 4557.1

No quisiera alarmar sin fundamento a mi suspicaz lector, pero se me ocurre una pregunta: ¿Donde nos quieren llevar? Y supongo que es posible que a él se le ocurra otra: ¿Hay algo que ellos sepan que nosotros no sepamos?

Pfizer intenta evitar el juicio por la muerte de niños en Nigeria

El periodismo tiene estas cosas. Cuando se trata de grandes intereses privados lo que está en juego es muy posible que lleguemos a no enterarnos de nada. Una información puede ser contada de tan diferentes maneras que dos medios de comunicación consigan que sus versiones sean exactamente opuestas. Me refiero a lo que ocurrió en el estado de Kanu, Nigeria, hace una década, con los niños que murieron tras probar en ellos uno de sus fármacos el laboratorio primero en la lista de ventas, Pfizer.

Resulta que El País cuenta una historia y el portal PRNoticias la contraria. Y entre medias la versión del laboratorio, rectificación del diario independiente de la mañana que ahora es El periódico global en español, etc. La semana pasada El País, haciéndose eco de una información del diario británico The Independent titulaba una noticia así: Pfizer dará 55 millones de indemnización tras la muerte de 11 niños en ensayos clínicos. Según este periódico:

La mayor farmacéutica del mundo, Pfizer, pagará 55 millones de euros a un grupo de familias nigerianas para evitar un juicio por la muerte de 11 niños en el país africano que sirvieron como cobayas de un medicamento en pruebas, Trovan. En 1996, Nigeria sufrió una epidemia de meningitis que terminó con la vida de al menos 11.000 personas. En medio de la crisis humanitaria, Pfizer, famosa por haber inventado la Viagra, envió un grupo de médicos que colocó su centro de operaciones al lado de un centro médico gestionado por Médicos sin Fronteras, quienes intentaban detener la tragedia gracias a medicinas cuya fiabilidad estaba demostrada. Los médicos enviados por la farmacéutica captaron 200 niños y prometieron a sus familias que los curarían. Once de aquellos niños murieron y muchos más sufrieron efectos secundarios graves, incluidos daños cerebrales. Pese a que la alerta sanitaria persistía, el fracaso de la terapia experimental de Pfizer llevó a la empresa a desmantelar su dispositivo apenas dos semanas después de llegar al campo sin ofrecer información sobre los experimentos».

Como bien narraba el matutino de los Polanco, fue John Le Carré quien denunció con su característico estilo este asunto en su libro El jardinero fiel, cuya adaptación a la gran pantalla consiguió un gran éxito de público y crítica. El caso es que un día después de lo publicado por El País, el portal de internet PRNoticias titula una de sus informaciones: Pfizer pelea por la verdad. Pero quienes esperen que dicha noticia informe sobre cual es la verdad del asunto, quienes esperen unas palabras de Pfizer que nieguen rotundamente los hechos denunciados por The Independent, recogidos por El País y conocidos desde hace años, que esperen sentados. PRNoticias se dedica a criticar al rotativo de Prisa… advirtiéndonos de la enorme generosidad de la multinacional farmacéutica: 

Una vez más El País lleva a su edición digital la polémica con la industria farmacéutica y arremete contra Pfizer con motivo de la expedición que la compañía mandó a Nigeria en 1996 cuando esta sufrió una epidemia de meningitis que acabó con la vida de 11.000 personas. La biomédica trasladó un grupo de médicos que atendió a 200 niños, salvando la vida a 189 de ellos.

(…) Pfizer trató de salvar la vida de 200 niños con un centro de operaciones, pero 11 de ellos murieron y uno de los investigadores que participó en la misión denunció que las pruebas realizadas por la compañía habían ‘violado normas éticas’

(…) siempre es más fácil ir contra el gigante y poderoso que se lucra con las desgracias ajenas, utiliza a los niños de ‘cobayas’, tiene dinero para ‘indemnizar’ o ‘evitar juicios’ y, además, goza de mala prensa».

Dos días después de su información, El País negaba a The Independent como Pedro a Jesucristo y la noticia de que la farmacéutica se ha comprometido a pagar a los afectados 55 millones de euros en concepto de indemnización tras llegar a un acuerdo extrajudicial que recogía el diario británico, fue sustituida por: Pfizer negocia con Nigeria un acuerdo extrajudicial por la muerte de 11 niños en ensayos clínicos.

PRNoticias volvería a la carga sobre el asunto para contarnos, ahora sí, una parte de una parte de una parte de la verdad, la más insustancial -desde el punto de vista humano, claro-:

La realidad es que Pfizer no tiene ningún acuerdo y que sigue en conversaciones para resolver algunas cuestiones todavía pendientes».

De todo esto saco algunas conclusiones. El diario de mayor tirada en castellano hace un refrito de una información de otro diario en vez de elaborar una propia sobre un tema de gran calado. Cuando le presionan, la compañía afectada y/o algunos de los medios de comunicación que esta financia con publicidad (PRNoticias tiene un portal específico de Salud con abundante poublicidad de los laboratorios farmacéuticos en el que recoge de manera habitual la línea editorial de los mismos, tanto reproduciendo sus notas de prensa como con su estilo informativo) matiza siguiendo los dictados de la farmacéutica. Esta «matización» contradice lo publicado por el rotativo británico, uno de los más prestigiosos.

También concluyo que el rifi rafe de PRNoticias con El País es sobre si Pfizer ha logrado evitar un juicio que haría más daño todavía a su imagen o no, si las negociaciones extrajudiciales han concluido o no y cuánto le ha costado a la farmacéutica. De los niños muertos, de sus familiares, de lo que supone experimentar un fármaco con niños aprovechando que sufren una epidemia nada de nada. De cómo durante los últimos años los grandes laboratorios están trasladando a países empobrecidos la realización de ensayos clínicos porque en ellos es más barato hacerlo, tienen menos trabas burocráticas y poblaciones en la miseria que «prestan su cuerpo a la ciencia» por algo de dinero, nada de nada. Sobre cómo se llega a acuerdos extrajuidiciales comprando con dinero a las víctimas o sus familiares cada vez que un fármaco produce muertes o graves daños en la salud de las personas (caso del plasma sanguíneo contaminado con sida y hepatitis, Talidomida, Vioxx, etc), nada de nada.

-Para los interesados, el libro Traficantes de salud contiene un capítulo dedicado en exclusiva a Pfizer titulado Pfizer. Pruebas con niños. Y otro denominado Humanos como cobayas (con perdón de éstas).

Síndrome del Edificio Enfermo en la ciudad Telefónica

A principios del 2007 una enfermedad prácticamente desconocida afectó a numerosos trabajadores de varios edificios catalanes: la lipoatrofia semicircular. Resulta que a cientos de ellos les aparecieron unas marcas redondas -sobre todo en la parte frontal de los muslos- que luego se constató estaban provocadas por las radiaciones electromagnéticas que sufrían en sus puestos de trabajo. Hablamos de una patología cuyos síntomas suelen remitir cuando el afectado se aleja del foco de irradiación pero demuestra más allá de cualquier duda la peligrosidad de las radiaciones electromagnéticas. Bueno, pues no es más que la punta del iceberg de los problemas que provocan muchos de los modernos edificios de oficinas y que están agrupados bajo la desconocida denominación de Síndrome del Edificio Enfermo.

El Distrito C es una ciudad de edificios supuestamente inteligentes pero a 12 de febrero del 2009 –fecha en que se celebró el pleno del Comité Provincial de Seguridad y Salud de Madrid- se habían confirmado 27 casos de lipoatrofia según reconocería Isabel Sanz, jefa de los servicios médicos de Telefónica en dicha reunión. Y nosotros pudimos hablar con una de las personas afectadas –que nos pidió mantenerse en el anonimato por temor a posibles represalias-, alguien que acababa de comenzar a trabajar como administrativa en uno de los edificios de Telefónica cuando le apareció la lipoatrofia semicircular en el muslo derecho. “En otoño de 2007 –nos diría- el médico de la mutua de la compañía, Fernando Pedro Macho, me reconoció verbalmente que era lipoatrofia. Y en noviembre me aplicó el protocolo en estos casos: análisis, mediciones en la pierna (la lesión, para ser considerada lipoatrofia, debe tener más de dos centímetros de grosor) y demás. Pero el caso lo incluyó en el reconocimiento médico anual que además es voluntario y no me correspondía hacer en ese momento”. Pues bien, el diagnóstico del mencionado galeno –al que hemos tenido acceso- ofrece un rodeo dialéctico que evita pronunciar “lipoatrofia semicircular”: “Lesión en cara anterolateral del muslo derecho”. Agregaremos que como la empresa comunica siempre los accidentes laborales el sindicato Alternativa Sindical de Trabajadores (AST) nos confirmaría que esta trabajadora aparece en el listado de casos.

Luego supimos que la lipoatrofia se considera un accidente laboral sin derecho a baja y, por consiguiente, esta persona se vio obligada a continuar trabajando. “Tenía una especie de hondonada en el muslo, como si hubiera desaparecido la grasa y disminuido la masa muscular –nos diría-. Notaba como una presión sobre la pierna. Es difícil de explicar si no se ha sentido. Es como una tensión sobre la zona afectada que no se ve pero notas como una energía molesta. En ese periodo me encontraba muy cansada. Sentía dolor y pesadez en las piernas, palpitaciones e insomnio. Todo ese estrés me provocó un estado continuo de ansiedad. Es muy difícil concentrarse en trabajar en esas condiciones. Antes de la baja tuve que ir al ambulatorio porque me dio una taquicardia bastante fuerte. Consulté a diferentes médicos y uno de ellos, el doctor Bernal, llegó a decirme que lo que tenía no era una simple lesión y que saliera lo antes posible de mi puesto de trabajo. Para mí fue una preocupación más”. En suma, un parte médico esquivó esa vez su sufrimiento: Baja laboral por crisis de ansiedad. Cuatro meses en dique seco. “Afortunadamente a las pocas semanas de estar en mi casa -nos reconocería- las marcas de la lipoatrofia desaparecieron”.

Tras la primera aparición de casos de lipoatrofia Telefónica instalaría en algunos despachos -no en todos- una toma de tierra para derivar al suelo las posibles cargas electroestáticas. Y se preocupó de mejorar el nivel de humedad del ambiente. Un día cualquiera está a 42,5% de humedad y 23º C de temperatura. Lo normal. “Pero los niveles de humedad en el Distrito C no se han corregido del todo ni mucho menos, y de hecho, en el último informe médico se indica que ‘el ambite laboral es muy seco’”, según AST. Eso sí, como en tantos edificios considerados “enfermos” la estructura del edificio es metálica y “conecta” por ello con el interior. Enormes ventanales conforman el “muro exterior” y eso podría traducirse en una buena iluminación natural pero lo cierto es que las luces, fluorescentes, suelen permanecer encendidas de forma continua. Lámparas que vibran a una velocidad que no percibe el ojo pero que hace que estar bajo ellas durante horas de lugar a dolores de cabeza. El aire en esos edificios es asimismo artificial pues no hay ventilación natural. El piso es de plástico y las pinturas de las paredes están fabricadas con productos que pueden ser tóxicos. Y por si todo ello no bastara una buena flota de trabajadoras de la limpieza recorre a diario con sus carros multicolores las distintas plantas de los diferentes bloques de oficinas utilizando sus aerosoles de productos tóxicos.

Por lo que se refiere al grado de contaminación electromagnética que pueda haber es difícil saberlo porque la empresa no ha comunicado esos datos a los responsables sindicales pero hoy todo el Distrito C está cubierto por una invisible red de ondas emitidas por los WiFi. A lo que hay que sumar que prácticamente cada empleado porta un teléfono móvil. Por otra parte, los campos electromagnéticos que se forman alrededor del numeroso cableado existente son sin duda intensos porque cada planta –diáfana- posee numerosas filas de puestos de trabajo conectados y la potencia energética para abastecer tantos equipos tiene que ser alta.


Bueno, pues el de Telefónica no es más que uno de los muchos casos existentes en España, la mayor parte de los cuales no han salido a la luz pública. Nosotros tuvimos ocasión de recoger el testimonio de varias trabajadoras más de ese conjunto de oficinas que padecen lipoatrofia -en estos casos diagnosticados por los servicios médicos de la empresa- y los síntomas son similares en todos los casos. Y no crea el lector que se trata de unos cuantos solo… En el Distrito C trabajan 14.000 trabajadores.

En el departamento de Prensa nos intentaron “tranquilizar”: “Hace dos años –nos dirían- hubo efectivamente algunos casos de lipoatrofia semicircular pero se aplicaron las medidas oportunas y ya no los hay”. Les respondimos entonces que nos constaba que al menos había 27 casos confirmados hoy y que sabíamos de trabajadores que pueden tener la enfermedad pero no lo hacen público. Insistimos por ello en conocer la situación real y quedaron en facilitarnos los datos más recientes. Sin éxito. Al cierre de este número –mediados de marzo- se nos dijo que “aún estaban reuniendo la documentación”. Asimismo contactamos en cuatro ocasiones con Isabel Sanz, jefa de los servicios médicos de Telefónica y con su ayudante, Lola Corella, pero tampoco conseguimos su versión; primero afirmaron estar dispuestas a atendernos y cuando iban a cumplirse dos semanas desde la primera llamada telefónica, Sanz nos derivaría a la dirección de Prevención de la compañía. Una manera de comunicarse muy poco comunicativa para tratarse de la que pretende ser una empresa puntera en servicios de comunicaciones.

Más info: este texto es parte de un extenso reportaje que he publicado en la revista mensual Discovery DSalud de este mes de abril.

El libro Conspiraciones tóxicas contiene un primer capítulo sobre el Síndrome de las Microondas y el lobby de la contaminación electromagnética.

https://migueljara.wordpress.com/2008/03/13/el-sindrome-del-edificio-enfermo-empuja-a-la-creacion-de-domosalud/