Las enfermedades químicas y los guardianes de la vida

Hoy 12 de mayo es el Día Internacional de la fibromialgia (FM), del Síndrome de Fatiga Crónica (SFC) y de la Sensibilidad Química Múltiple (SQM). No soy muy amigo de los días de… pero creo que estas enfermedades, llamadas con razón ambientales, merecen algunas reflexiones. Para empezar porque pese a que han pasado casi 20 años desde que se establecieron los criterios diagnósticos de la fibromialgia y el SFC, no ha ocurrido lo mismo con la Sensibilidad Química Múltiple, que ni siquiera es reconocida como enfermedad común por la Seguridad Social. ¿Quizá porque es una de las patologías que con más claridad está relacionada con los «efectos adversos» de una gran industria, como es la química?

Para continuar, porque pese a que todavía afectan a un porcentaje minoritario de la población, los datos que suelen manejarse son de un nada desdeñable 5%, en realidad estas personas que han generado una hipersensibilidad a los químicos tóxicos, sobre todo las afectadas por la SQM, claro, nos anuncian con su experiencia lo que puede ocurrir en breve al resto de la población si no se toman medidas ya.

Se dispone de nuevos conocimientos, pruebas y evidencias científicas que han dejado sobradamente demostrado el origen orgánico de la fibromialgia, el SFC y la SQM. Sin embargo, muchos pacientes siguen siendo tratados como enfermos de males psicológicos y se debe acabar con este estigma, impulsado por los lobbies del negocio químico tóxico para desviar la atención del asunto.

Uno de los principales problemas que encuentran los enfermos de estas patologías emergentes y silenciadas, que no «raras», es que cada una de ellas recibe un tratamiento diferente desde una especialidad distinta y en ocasiones se producen incompatibilidades. Un enfermo de Sensibilidad Química Múltiple presenta generalmente intolerancia farmacológica, por lo que tratarle de FM y de SFC es aún más dificultoso. Existe una gran superposición de trastornos entre los afectados de las tres enfermedades. En la mayor parte de los casos quien padece SQM también tiene fibromialgia y/o SFC. Son ramas de un mismo árbol, el de la contaminación ambiental con productos químicos nocivos y sus repercusiones en la salud humana. Como suele ocurrir con las enfermedades ambientales existe sinergia entre todas. Volviendo al asunto de la utilización de fármacos en estas patologías. Con los enfermos de SQM el fracaso está asegurado pues no toleran los productos químicos y los medicamentos lo son. Pero además, hace una semanas hemos conocido que el fármaco Lyrica (pregabalina, de Pfizer) que tanto está recetándose en España para la fibromialgia y el SFC, no ha recibido el permiso de la Agencia Europea de Medicamentos (EMEA). Como apunta el médico Vicente Baos en su blog, El Supositorio:

Con unos estudios que no han demostrado un efecto relevante a corto o largo plazo, se pretendía conseguir la autorización para publicitar y autorizar la indicación de pregabalina en la fibromialgia. La EMEA considera que el beneficio/riesgo no está demostrado y, además, no se está realizando ningún ensayo clínico en esta indicación en la Unión Europea».

 

Debe comenzar a corregirse la situación de indefensión en la que se encuentra este colectivo, auténtico faro guía de la calidad ambiental de la sociedad o mejor escrito de la falta de la misma. Algunos puntos sobre los que trabajar, elaborados por las asociaciones de enfermos de los tres trastornos, son:

-Que los profesionales de la salud en ejercicio actualicen sus conocimientos respecto a estas enfermedades emergentes

-Que se formalice la especialidad médica de medicina ambiental y técnicos sanitarios en salud y medioambiente.

-Que se creen unidades multidisciplinares en cada una de las comunidades autónomas formadas por especialistas en medicina interna, inmunología, medicina ambiental, reumatología y cualquier otra especialidad necesaria para el tratamiento de estas tres patologías en lugares adaptados para estos pacientes.

-Que se realicen sistemáticamente a todos los pacientes de FM, diagnósticos diferenciados de SFC y SQM, debido a la alta prevalencia de casos que se están dando donde coinciden las tres patologías en un mismo paciente, aún después de muchos años del diagnóstico inicial de FM. Realizar estudios epidemiológicos actualizados sobre estas tres patologías teniendo en cuenta la incidencia de solapamiento de cualquiera de ellas. 

-Que se concedan cuantas bajas laborales sean necesarias para permitir la reinserción laboral del paciente. Se concedan adaptaciones a puestos de trabajos para que estos pacientes puedan desarrollar una vida laboral digna. Y se den cuantas invalideces sean necesarias cuando el paciente ya no tenga capacidad para desarrollar una vida laboral, sin necesidad de acudir a los tribunales de Justicia.

-Que se realicen las reformas jurídicas pertinentes para reconocer tanto desde la invalidez, como desde la minusvalía, como desde la dependencia la FM, el SFC, y el SQM. Entre otras muchas ideas.

Síndrome Químico Múltiple, Síndrome de Fatiga Crónica o fibromialgia son enfermedades que pueden afectar a cualquier persona. La mayoría de los ciudadanos de los países occidentales estamos expuestos a ellas porque vivimos en un medio ambiente para el que se queda corto el concepto de nocivo. “Más del 15% de la población general presenta mecanismos de respuesta excesiva frente a algunos estímulos ambientales, cuya base fisiopatológica radica en la sensibilización a estímulos repetidos y en la pérdida de tolerancia a la respuesta biológica ante estos. En un 5% de sujetos, estos procesos de sensibilización son claramente patológicos y superan la capacidad adaptativa del organismo, y generan manifestaciones locales o sistémicas, frecuentemente crónicas y persistentes. El tipo de estímulos desencadenantes es diverso, pero predominan los agentes químicos y las radiaciones ambientales”, según dos de los mayores expertos de nuestro país en estas nuevas patologías ambientales, los doctores Fernandez-Solà y Nogué [1].

Los primeros en notarlo son las personas con cierta sensibilidad  a los químicos tóxicos en pequeñas dosis. Son los guardianes de la vida, faros humanos que alertan a una Humanidad mecida por la deriva del culto al bienestar que se aleja de tierra firme, que se adentra en mundos desconocidos gobernados por los abismos del malestar. Pero ellas son sólo la punta de un iceberg que va a continuar surgiendo de las profundidades de lo insondable para mostrar la completa inmensidad de su tamaño durante los próximos lustros. 

Más info: Sobre Pfizer y medicamentos Traficantes de salud. Sobre el lobby de los químicos tóxicos Conspiraciones tóxicas.

[1] J. Fernandez-Solà y S. Nogué Xarau, Sensibilidad química y ambiental múltiple, Jano, 14-20 de septiembre de 2007.