Anteayer me encontraba en una sala de espera cualquiera de un centro de salud cualquiera. La hora de cita se demoraba, como le puede suceder a cualquiera, y cogí un periódico amontonado a la entrada. Un diario cualquiera que resultó ser ADN o lo que la crisis financiera global dejaba ese día de él: 20 páginas que lo asemejaban más bien a una caja de papelillos de liar tabaco. De entre la poca información que ofrecía, un titular lanzó sus dardos venenosos directo a mis ojos: “Un español de cada seis padecerá una depresión” (*). Expectación y congoja, al menos otras dos personas leían el mismo periódico en la misma sala. Menos mal que estábamos en un centro de salud, si me llega a pillar en un sitio cualquiera qué podría sucederme. Además: “Más de la mitad de afectados tendrá recaídas”, rezaba la oración del miedo en el subtítulo. “En 2020 la depresión será la primera causa de discapacidad tras las enfermedades cardiovasculares. Además, uno de cada seis españoles sufrirá alguna depresión. Y, de un 50% a un 60% recaerá”, señalaba un párrafo como antesala del Día Europeo de la Depresión. Esta iniciativa fue creada hace poco tiempo, en 2004, por la European Depression Association.
La campaña para extender el “conocimiento” de la depresión insiste en una idea: “las personas con depresión presentan una gran tristeza, junto con una falta de interés por las cosas, acompañados de otros síntomas diversos en mayor o menor intensidad”. Un criterio tan inconcreto que ¿quién en algún momento de su vida no ha sentido una “gran tristeza junto con una falta de interés por las cosas”? Yo mismo y no me considero un enfermo de depresión. También se insiste en el tratamiento farmacológico de la dolencia. La información de ADN relaciona la depresión con tendencias suicidas. Pero no cita que los tratamientos farmacológicos ad hoc, los antidepresivos, tienen entre sus efectos secundarios la incitación al suicidio (**). Se da la circunstancia de que el Día Europeo de la Depresión está patrocinado por el laboratorio farmacéutico Wyeth, que hace unos meses recibió el permiso de la FDA para comercializar su antidepresivo Pristiq. Pero seguramente esto no tenga nada que ver con el interés de la compañía estadounidense por promocionar la depresión y hacerla sentir en lo más profundo del alma de la ciudadanía.
Queriendo o sin saberlo ADN y tantos medios de comunicación, ese y todos los días cualquiera, colaboran con los laboratorios farmacéuticos vistiendo de información lo que es promoción encubierta de enfermedades y fármacos diseñados para tratarlas, y en la mayor parte de las ocasiones lo hacen gratis. El ciudadano queda confundido ante este aluvión diario de noticias catastróficas que atentan contra su salud.
* Saray Marqués, Un español de cada seis padecerá una depresión, ADN, 8 de octubre de 2008. La sección la denominan La Vida, el epígrafe bajo el que apareció la información: SOCIEDAD SALUD MENTAL, así.
** Traté con profusión este asunto en el capítulo La receta del suicidio de mi libro Traficantes de salud: Cómo nos venden medicamentos peligrosos y juegan con la enfermedad (Icaria Editorial, 2007), pp 71-75.
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